Tanto en la región de Normandía como en el ámbito nacional e internacional, Jackye SOLOY-GUIET representa una percepción bastante apartada de la creación contemporánea. Esto debido a la evolución de su trabajo y la perennidad de una calidad, que constituyen la estructura principal de las obras que ella presenta.

Su discreción es legendaria, pero el impacto de sus descubrimientos, de sus interpretaciones, de sus obras presentadas desde 1971 no lo es menos, dado que Jackye SOLOY-GUIET ha sabido someter a su voluntad materiales muy innovadores con el fin de comunicar a su época interrogativas y reflexiones ineludibles.

Fiel a la Unión de Artistas Plásticos (U.A.P.) de St-Etienne-du-Rouvray, esta artista se avocó en un principio al grabado, al collage y a la tapicería antes de descubrir una predisposición para lo que se siente más a gusto, la escultura. Recuerdo, hace algunos años, sus realizaciones en papel blanco, plegadas, arrugadas como asombrosas crisálidas llenas de pureza y de misterio, antes de que vinieran a imponerse los numerosos totems azules, sorprendentes símbolos de esperanza y de armonía, a los cuales desde hace poco tiempo Jackye SOLOY-GUIET, los dota de la energía de nuevos colores con la audacia tranquila de la artista resuelta a quebrar los tabúes de la sociedad y de establecer el sueño y la magia del misterio finalmente domado.

André RUELLAN, crítico de arte